martes, 21 de mayo de 2013

Educando a tu Gato


Para lograr una buena convivencia es necesario que todo el mundo conozca las reglas del juego y se atenga a ellas. Y en la relación entre una persona y su gato, es la primera la que ha de marcar las reglas –con algunas limitaciones, claro–. Pero es perfectamente posible lograrlo y evitar que el gato haga siempre lo que le plazca.



Por suerte, los gatos son muy adaptables y tienen una gran capacidad de aprendizaje. Así, la labor de su dueño o dueña consiste “solamente” en hacerle ver cómo deberá ser la vida en común. Naturalmente, para obtener buenos resultados con un animal tan independiente como el gato es necesario saber tratarlo con sutileza.

Reaccionar siempre del mismo modo. Si riñe al gato de formas muy distintas como “¡No!”, “¡Fuera!”, “¡Déjalo!”, “¡Maldito gato!”, etc., lo único que conseguirá es desorientarlo por completo. Emplee siempre la misma expresión, como por ejemplo “¡No!” y su gato enseguida entenderá .

Reacción inmediata. El gato solamente relaciona una mala experiencia con algo que ha hecho en ese preciso instante. Si usted le riñe media hora después de haberle robado una salchicha, cuando está haciendo tranquilamente la digestión acostado en su cesta, él solamente relacionará su enfado con el hecho de estar en su cesta, y eso le irritará bastante. Si usted descubre alguna travesura demasiado tarde, por esa vez no va a tener más remedio que tragar bilis y aguantarse con el único propósito de no darle al minino ninguna posibilidad de volver a repetirlo en el futuro.

Premiarlo cuando se porta bien. Los gatos no hacen nada por pura generosidad o para complacer a su dueño, lo único que les estimula es la recompensa. Y ésta no tiene por qué ser siempre algo comestible, también le encanta que lo acaricien o que jueguen un rato con él. Ocúpese de que a su gato le guste portarse bien en casa.

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